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Las reservas del BCRA subieron con fuerza y terminaron arriba de los u$s40.000 millones

El Banco Central cerró la semana con una nueva suba en las reservas, que se ubicaron por encima de los u$s40.000 millones. Fue a partir de un desembolso del CAF y una mejora en la cotización del oro y el yuan.

En concreto, este viernes entraron al BCRA u$s314 del CAF, por lo que las reservas cerraron en u$s40.387 millones: también influye el alza del 0,3% en el oro y del 0,1% del yuan frente al dólar.

A lo largo de la semana, las reservas del BCRA aumentaron u$s1.335 millones, impulsadas en una buena parte por compras del Tesoro (el miércoles sumó unos u$s500 millones a los activos de la entidad monetaria).

El mercado «espera de evaluar cómo seguirá el saldo cambiario a partir de mediados de la semana próxima. Ello se debe a que se anticipa un fuerte descenso en la liquidación de exportaciones», dijo el economista Gustavo Ber. «Dicha menor oferta de divisas dejará que sea la demanda la que tendrá la última palabra, en especial a partir de la dinámica que pueda tener la histórica dolarización preelectoral», señaló.

El dólar oficial cerró en máximos históricos y el blue volvió a subir

El dólar minorista aumentó diez pesos, a $1.300, en las pantallas del Banco Nacióny volvió a alcanzar su récord histórico nominal del pasado martes. En el mercado informal, el dólar blue se negoció con un incremento de diez pesos, a $1.305 y se mantuvo como la variante más cara dentro del mercado cambiario.

En el segmento financiero, el contado con liquidación (CCL) avanzó 1,2%, a $1.301, mientras que el dólar MEP ganó 0,9%, hasta los $1.293. Por su parte, el tipo de cambio mayorista avanzó dos pesos y se posicionó en $1.286.

En medio de un escenario de creciente presión cambiaria, el Gobierno argentino impulsó un cambio radical en su política monetaria que dejó expuestas las fragilidades del nuevo esquema. La estrategia de abandonar el anclaje mediante tasas de interés y pasar al control directo de la base monetaria se topó con una realidad financiera poco receptiva. Como respuesta, el Banco Central tuvo que reactivar mecanismos tradicionales de absorción de liquidez, mientras el Tesoro se mostró incapaz de captar los pesos excedentes.

El objetivo inicial era redirigir los fondos del sistema financiero desde las tradicionales ventanillas de liquidez hacia la compra de deuda del Tesoro. Pero el resultado fue opuesto: los bancos prefirieron mantener posiciones líquidas, evitando comprometerse con un modelo incierto. Esto generó una emisión de $10 billones -equivalente al 30% de la base monetaria-, que impactó de lleno en las tasas de interés y alimentó la demanda de cobertura cambiaria.

Para contener la situación, la autoridad monetaria intervino en los mercados de dinero y futuros del dólar. Se estableció un piso de tasas mediante pases al 36% y se intensificó la presencia en contratos de futuros, lo que logró estabilizar momentáneamente al tipo de cambio oficial. No obstante, los analistas advierten que se trata de una calma precaria, sostenida por instrumentos costosos y de efectividad limitada en el largo plazo.

La principal crítica de expertos de la City apunta a la ausencia de mecanismos estructurales para absorber liquidez. Con tasas reales altas y pasivos remunerados reapareciendo en escena, el nuevo esquema monetario corre el riesgo de agotar su margen de acción antes de consolidarse.

El nuevo modelo del Tesoro no convence al sistema financiero

El plan oficial contemplaba eliminar las Letras de Fijación (LeFi) y canalizar los pesos excedentes hacia el Tesoro, quien a través de sus licitaciones de deuda absorbería la liquidez. Bajo esta lógica, el Tesoro pasaba a ser el actor central de la política monetaria, utilizando sus cuentas en el BCRA como amortiguador para expandir o contraer la base monetaria.

Sin embargo, el mercado no acompañó. En lugar de volcarse a los nuevos instrumentos del Tesoro, los bancos decidieron preservar liquidez ante la incertidumbre regulatoria y operativa. Esto derivó en una expansión monetaria involuntaria y en la caída de las tasas locales, que comenzaron a alejarse de los niveles necesarios para mantener a raya la demanda de dólares.

El especialista Pablo Moldovan, de la consultora C-P, explicó en su cuenta de la red social X que esta falta de participación forzó al Gobierno a improvisar soluciones. Al no lograr captar fondos en las licitaciones, el Tesoro se vio limitado para actuar como regulador monetario, y la presión recayó nuevamente sobre el BCRA.

La transición hacia un esquema de control de agregados monetarios no encontró respaldo en el sistema bancario, que se mostró reacio a operar sin un marco de incentivos claro. La falta de previsibilidad del nuevo modelo se convirtió en un obstáculo para su implementación.

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