“La economía argentina se está estabilizando, pero con mucho ruido”, afirmó el economista Ricardo Arriazu durante su participación en el Comité de Inversiones organizado por SyC Inversiones, que reunió a empresarios, inversores y referentes de todo el país en modalidad virtual.
En un panorama cargado de matices, el socio fundador de Arriazu Macroanalistas sostuvo que el Gobierno logró “una mejora notable en las cuentas fiscales”, al tiempo que mantiene “el control del precio de la moneda” y empieza a mostrar cifras alentadoras en inflación y reservas. Pero advirtió: “El crecimiento es tremendamente heterogéneo, algunos sectores se recalientan y otros siguen planchados”.
El dólar no está suelto
Uno de los focos de la exposición fue el esquema cambiario. “El Gobierno no está conforme con un dólar a más de $1300. Es mi impresión”, dijo Arriazu. Si bien no hay intervención directa del Banco Central, remarcó: “Tiene todas las herramientas para sostener o hacer bajar el tipo de cambio. Tiene mucha espalda”.
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Según explicó, desde que se dejó atrás el sistema de minidevaluaciones acordado con el FMI, se pasó a una política de bandas. Esto generó que el tipo de cambio real se devaluara un 16,7% desde fin del año pasado, y que el dólar efectivo para exportaciones subiera 2%, mientras que el de importaciones lo hiciera 8%. “Para la inflación, lo que interesa no es el multilateral, sino el dólar”, apuntó.
Superávit con dudas, pero superávit al fin
“Se nombró de una manera notable”, dijo sobre el superávit fiscal. Y aunque reconoció que algunos economistas ponen en duda los cálculos oficiales, él defendió que los números “son incluso mejores si se ajusta por inflación y se contabilizan transferencias de deuda”.
Arriazu explicó que buena parte del ajuste proviene de la reducción de subsidios económicos, gracias al aumento de tarifas y la sustitución de gas importado por producción nacional. En esa línea, también destacó la decisión de bajar retenciones al agro: “Son 600 millones de dólares menos este año, y más de mil millones para el que viene. Esto, junto con la humedad del suelo, debería mejorar mucho las próximas cosechas”.
Heterogeneidad al palo
El economista resaltó que la actividad económica tocó un pico histórico en abril, pero el crecimiento no es parejo. “Sectores como el de heladeras crecieron 100%, lo mismo autos, con crédito y cuotas. Pero muchas de estas cosas no se van a repetir: la heladera se compra una vez, el auto también. El turismo ya se dio el gusto”.
La caída de la tasa de interés y el crecimiento de los depósitos también están jugando un papel en el enfriamiento. “Los depósitos en dólares crecen más que el crédito en dólares. Eso baja la demanda agregada”, explicó.
Inflación desacelerada, pero con presiones
En cuanto a precios, señaló que la inflación de mayo fue de 1,5% y la de junio de 1,6%. “La de julio también va a estar debajo del 2%”, anticipó. Sin embargo, advirtió: “Todo lo relacionado a mano de obra está subiendo mucho más que los alimentos. Y eso va a presionar”.
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Pese a los indicadores positivos, Arriazu fue claro: “Hay una sensación divergente entre los números fríos y lo que vive la gente. El problema no es solo económico, es de percepción”.
Se refirió también a la eliminación de las Lefis, que liberó 10 billones de pesos al mercado: “Eso hizo desplomar la tasa de interés. El Central tuvo que reaccionar y la llevó a la nube. Fue desprolijo, pero tienen liquidez. Si no hay un problema de incertidumbre, el mercado debería calmarse”.
En ese sentido, afirmó que la política es el verdadero cisne negro, aunque con una frase que dejó eco entre los presentes: “Ese cisne negro se está convirtiendo en un cisne blanco”.
Y el mundo, ¿qué?
Al cierre, Arriazu dedicó unos minutos al contexto internacional, que definió como “una gran incertidumbre”. Estados Unidos, según explicó, enfrenta un déficit fiscal “inmanejable”, que solo puede cubrir “emitiendo deuda nueva y renovando la vieja”. Y advirtió: “Si generan desconfianza sobre esa deuda, van a tener un problema serio”.
Sobre los mercados, fue directo: “El dólar cayó por desconfianza. Las acciones subieron porque no hay alternativas”. Y aunque el FMI bajó sus proyecciones de crecimiento global, “el único país que las aumentó fue Argentina”, celebró.
LT