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Danza para todos: ruedas, tango, sexo y humor negro

El elenco de Rodando en una noche venturosa, junto con su director Maximiliano Ávila, encontraron una buena manera de describirse como intérpretes: cuatro son caminantes; tres, no caminantes. No es necesario para ellos usar términos crudos ni tampoco eufemismos.

Esta obra, tan fuera de lo común, nació en 2016 en el marco de un grupo de alumnos de danza integradora para los que Ávila fue invitado a montar una coreografía. Este grupo, justamente, integraba personas en silla de ruedas con otras con plena movilidad. Rodando… -cuya atmósfera musical es el tango y otros ritmos populares- fue encontrando distintos espacios para presentarse de maneras fragmentarias, hasta que este año su director le dio una forma completa agregando nuevas escenas e internándose en terrenos, digamos, más osados.

Maximiliano Ávila tiene un largo recorrido como bailarín de tango profesional y creó además varias piezas muy bellas como coreógrafo de este género al que considera, bajo su forma de baile social, “lo más inclusivo que pueda encontrarse”.

Dice: “Cuando una pareja baila en una milonga ninguna de las dos personas pregunta la edad del otro, ni su extracción social, ni su nacionalidad, profesión o nivel cultural; ni siquiera el nombre. Y no sé dónde podría verse, como en una milonga, a una mujer de ochenta años bailando con un muchacho de veinte”.

De los intérpretes, cuatro son caminantes, y tres, no caminantes.De los intérpretes, cuatro son caminantes, y tres, no caminantes.

Un espectáculo inclusivo

-Cuando te llamaron para el proyecto, precisamente muy inclusivo, que luego sería “Rodando en una noche venturosa”, ¿cuál fue tu reacción?

-No era algo que yo viniera investigando, pero fui a una clase para ver de qué se trataba y finalmente acepté, siempre que pudiera trabajar libremente. Porque había algunos condicionamientos respecto de lo que se podía y no se podía hacer.

-¿Por ejemplo?

-Meterse con la sexualidad o con el cuerpo agresivo, por esa idea bastante instalada de que las personas en silla de ruedas son como ángeles.

-¿Entonces?

-Entré en un mundo hasta entonces desconocido para mí. Vi gente en silla de ruedas, pero no todos con las mismas lesiones y capacidades. Vi que algunas personas del grupo estaban allí por las ganas de moverse, pero otros buscaban una formación artística. Comparo con los Juegos Paralímpicos: no es lo mismo tener una discapacidad motora y practicar un deporte como entretenimiento que prepararse intensamente para competir en los Juegos Olímpicos.

Maximiliano Ávila tiene un largo recorrido como bailarín de tango profesional.Maximiliano Ávila tiene un largo recorrido como bailarín de tango profesional.-¿E hiciste una selección?

-Sí, y hoy quedan tres personas del grupo inicial. Al principio hubo más, pero fueron dispersándose.

-¿Tu objetivo era claramente apuntar hacia una práctica profesional?

-Sí, ocuparme de lo que no sabían hacer. Cuando se lleva una obra al escenario es imprescindible una preparación, una exigencia como la que tiene un pianista o un cantante de ópera. Hay trabajos maravillosos para ayudar a las personas discapacitadas a través de prácticas artísticas. Pero crear algo escénico es otra cosa. No se puede cobrar una entrada para que el público asista a una muestra escolar de fin de año; que puede ser muy buena, pero cuya finalidad es diferente.

Maximiliano Martino Avila Coreógrafo director de escena bailarín tango contemporáneo flamenco docente y cantante. Rodando en una noche venturosa teatro silla ruedas. 11.09.2024 Foto Maxi Failla - FTP CLARIN _MAX9408.jpg ZMaximiliano Martino Avila Coreógrafo director de escena bailarín tango contemporáneo flamenco docente y cantante. Rodando en una noche venturosa teatro silla ruedas. 11.09.2024 Foto Maxi Failla – FTP CLARIN _MAX9408.jpg Z-¿Rearmaste el elenco para este estreno?

-Hice una audición para intérpretes caminantes y el jurado estuvo formado por las tres no caminantes originales y yo.

-¿Qué buscaban?

-Algo no fácil, porque no hay un entrenamiento específico sobre cómo mover una silla de ruedas de otra persona a la vez que bailar y utilizar la voz.

Rodar: una simbología

-¿Qué cosas importantes deben dominar tus intérpretes?

-Más que importantes, innegociables; la musicalidad por ejemplo.

Seis integrantes del elenco junto al director. La obra no sólo es inclusiva, sino que se permite el humor negro.Avila sigue atento los movimientos de sus intérpretes. Seis integrantes del elenco junto al director. La obra no sólo es inclusiva, sino que se permite el humor negro.Avila sigue atento los movimientos de sus intérpretes. -¿Aun en los no caminantes?

-Sí, claro. Entrar en música es fundamental cuando giran la silla de ruedas, cuando se desplazan. La silla de ruedas no es en la obra un objeto que las transporta sino un elemento escénico y como tal hay que utilizarlo musicalmente.

-En distintas versiones de la obra se vieron muchos objetos rodantes, como una bicicleta, un monopatín, un carrito, una mascota con rueditas atada a un hilo. ¿Cuál es su sentido?

-Hay para mí una simbología en esta acción de rodar: el devenir de la existencia, la transformación permanente de nuestras vidas. A propósito de esto: las tres personas en silla de ruedas no nacieron con ese problema.

Ávila sigue atento los movimientos de sus intérpretes. Ávila sigue atento los movimientos de sus intérpretes. «Tocamos temás tabúes, como la sexualidad en las personas discapacitadas, que es realmente un mundo muy poco abordado». -¿Qué les ocurrió?

-Las tres sufrieron accidentes en distintas épocas de sus vidas: una de ellas era bailarina de tela y cayó desde la altura, otra sufrió un accidente automovilístico y la tercera iba en un auto que fue arrollado por un tren. Son tres resilientes, gente que pudo reconstruir su vida. Porque es muy distinto el hecho de haber caminado y de pronto no poder caminar más.

Temas tabú

-Entiendo que ahora te internaste en algunos temas tabú.

-Sí, como la sexualidad en las personas discapacitadas, que es realmente un mundo muy poco abordado. La sexualidad aparecía en las versiones anteriores de maneras menos explícitas. Ahora inventé para una escena un dispositivo que llamé cama-sutra, una especie de andador utilizado como medio de satisfacción sexual. Y por su lado, el humor negro también recorre toda la obra.

-¿No tuviste temor de recurrir al humor negro?

-No. Es que quise mostrar esos aspectos oscuros -la maldad, la envidia, el deseo de hacer daño- que todos tenemos, pero que las normas sociales nos obligan a disimular. En cambio, en estos personajes, el estar en silla de ruedas les da una cierta impunidad.

-Este también sería un tema tabú. ¿Cómo te animaste a meterte ahí?

-Lo aprendí gracias a ellos; en los ensayos se decían cosas como “che, rengo, vení para aquí”. Entonces me dije, “vamos por ese lado”. Por otra parte, creo que el humor aliviana el dramatismo.

Y agrega: “Antes se hacía más humor negro en la Argentina; recuerdo a Urdapilleta y Tortonese con Gasalla, o al grupo Las gambas al ajillo. Después la corrección política lo fue “lavando”. Pienso que se puede hacer humor con todo, dependiendo de los contextos; y el escenario es un marco que lo permite porque lo que ocurre allí es, siempre, totalmente fantasioso. Si no, no podríamos hacer nada; no existirían un Sófocles, un Shakespeare”.

Los jueves de septiembre a las 20.30 y el primer domingo de octubre a las 16.30. Teatro Popular, Chile 2080.

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