Charlotte Rampling podrá ser una de las pocas estrellas del cine mundial contemporáneo que pasó los 78 años, pero es ella la que atiende por su celular el llamado desde la Argentina. O sea que sí, tengo agendado en el mío el celular de la actriz de Portero de noche, La caída de los dioses, La piscina, Melancolía, Recuerdos, Zardoz, o Giordano Bruno. La que dejó a su segundo marido, Jean-Michel Jarre, el músico electrónico, cuando descubrió que le había sido infiel.
La inglesa de mirada fulminante o gélida, según se lo hayan pedido Visconti, Cavani, Woody Allen o Lars von Trier, que filma de un lado a otro del Océano Atlántico, viajó hasta Nueva Zelanda para rodar La matriarca, que acaba de estrenarse en los cines argentinos.
Y precisamente con nuestro país la actriz de Duna tiene una relación: su hermana mayor se casó con un argentino, pero se suicidó a poco de dar a luz a su hijo.
Rampling interpreta en La matriarca al personaje del título. Es Ruth, una mujer que bebe ginebra a toda hora y que se muda a la casa de su hijo en Nueva Zelanda cuando debe restablecer las heridas de una pierna. Pero más que con su hijo, entablará relación con su nieto, que prácticamente no la conoce.
La actriz británica, que protagoniza «La matriarca», habló con Clarín desde su casa en París. Foto Mirada DistributionGracias al estreno de La matriarca pudimos mantener esta conversación con Rampling, que fue candidata al Oscar por 45 años, siempre amable, y que demostró conocer mucho de nuestro país.
-¿Está en su departamento de París?
-Estoy en mi departamento de París, sí.
-Con sus gatos.
En la polémica «Portero de noche», de Liliana Cavani, que cumple 50 años.-Tengo a mis dos gatos conmigo. ¿Conocés París?. Es un día soleado en París.
-¿Qué le hizo decidir asumir el protagónico de “La matriarca”?
-Bueno, era un papel con el que realmente podía identificarme. Sabés a qué me refiero. Ella era una mujer con la que podía tener… Yo podría haber vivido como esta mujer. Pero yo no habría sido tan valiente como ella para ser realmente un corresponsal de guerra. Pero ella me gusta, me gusta, amaba su espíritu.
Junto a George Ferrier, que hace de su nieto en el nuevo filme.-¿Cuáles son los desafíos de asumir un papel tan cargado de emociones?
-Bueno, esto es lo que siempre quiero encontrar en los roles que interpreto. Así que espero hasta encontrar a alguien que me ofrece una imagen, o una persona real o inventada, pero alguien que me desafía, alguien que es alguien que podría haber sido yo en otra vida.
-Fue a Nueva Zelanda para filmar “La matriarca”, donde había nacido Bryan Southcombe, su primer marido. Pero primero dijo que no al proyecto, porque estaba demasiado lejos de París.
-¿Para este proyecto? Sí. Conocía Nueva Zelanda porque mi primer marido nació allí. Había estado, pero fue un camino muy, muy largo por recorrer ir a Nueva Zelanda ahora. Y entonces el director Matthew J. Saville me dijo que vendría a verme porque necesitaba hablar del proyecto con él, porque así lo necesitaba. Y yo necesitaba hablar, no de la película, sino del papel. La protagonista y yo necesitábamos colaborar en el guion con él.
«Siempre encontré la desnudez divertida y no escandalosa», ha dicho. ¿Sigue manteniendo esa opinión ahora?Entonces, vino y pasamos tres días trabajando y, como él nunca había dirigido un largometraje (Saville es actor), no tenía un ejemplo de su trabajo. Había visto cortometrajes, sí. Entonces quería conocerlo. Y también quería hablar de la mujer.
-¿Es habitual que usted propicie este tipo de encuentros con los directores antes de aceptar un papel?
-Sí. Sí, siempre he hecho esto. Bueno, no siempre, pero muy a menudo tenemos una discusión porque muy a veces el director es un hombre joven, que escribe para mujeres mayores. Les gusta esta colaboración porque hay algo, estoy más cerca de estas mujeres.
Junto a Dirk Bogarde en «Portero de noche», que probablemente sería cancelada hoy por su contenido. «Los tiempos cambian, y censuran», dijo a Clarín.-Usted ha dicho en el pasado que «siempre encontré la desnudez divertida y no escandalosa». ¿Sigue manteniendo esa opinión ahora?
-Bueno, no me estaría identificándome, no estaría queriendo mostrar mi cuerpo ahora, a mi edad. Pero antes…
-¿Qué recuerda de su papel en “Portero de noche”, hace 50 años, y que la convirtió en un mito erótico? Esa película probablemente sería cancelada hoy por su contenido.
-Quizá. Tal vez, ya sabés, los tiempos cambian y luego se vuelven más sensibles, y censuran. Luego parece que siempre están yendo y viniendo.
Sarah, su hermana mayor, se casó con un millonario argentino.-¿Y de “La caída de los dioses”, de Luchino Visconti?
-Esa fue la razón por la que pude realizar Portero de noche. Oh Dios, y fue por el libro que lo hice. Quería trabajar en esta película con él, con Dirk Bogarde. Por entonces no conocía a Liliana Cavani (la directora de Portero de noche), y él me recomendó a Cavani.
-Muchas de sus actrices contemporáneas ya no están, o se han retirado desde hace algún tiempo. ¿Qué le impulsa a alimentar su deseo de actuar?
-Bueno, no lo sé. Es una parte tan importante de mi vida que me gustaría tener algo con qué soñar. Y pienso, tal vez, haciendo otra película… Y luego finalmente aparece un guion y digo «Ey, esto es algo que podría hacer». La actuación es uno de los trabajos de creatividad. Podés seguir hasta que te mueras.
En la ceremonia de los Oscar, en 2016. Era candidata por «45 años», pero no viajó previamente a promocionar su candidatura. Lo ganó Brie Larson, por «La habitación». Foto EFE-En cuanto a la carrera anterior de Ruth, como fotógrafa de guerra, sé que has mencionado en el pasado que si no fuera actriz, le hubiera encantado ser periodista. ¿Ve algún paralelismo entre esas dos trayectorias profesionales?
-Me interesa conocer a las personas, las diferencias entre la gente y explorar cómo viven diferentes personas en vidas diferentes. Y en el periodismo podés salir y encontrar a estas personas. Podés ir, y como el personaje de mi película, salir y fotografiar cosas increíbles, peligrosas. O podés volar y conocer gente, tener largas entrevistas, hablar con la gente y luego escribir sobre ellos. Entonces, creo que es la curiosidad por lo que me gustaría ser una cineasta o una periodista, salir al mundo para conocer gente y estar con gente cuando trabajas en grupos.
-Hace pocos días se ha convertido en una de las estrellas de la Semana de la Moda Masculina de París trabajando para Yohji Yamamoto. ¿Siente que sigue siendo una musa para diseñadores y casas de moda?
-Sí. Solo voy a hacer campaña por lo que venden. Así que todavía estoy disponible, todavía me piden cosas así. Está bien.
Con Tom Courtenay en «45 años». Foto Archivo Clarín-Siendo uno de los íconos de estilo más destacados del mundo, ¿cómo encuentra su estética, su look?
-No lo sé, es algo natural que creés que tenés de tus padres, y luego construís sobre eso. Es una actitud. Es una forma de vivir. Es una forma de ser. Es una manera de estar en el mundo. Y funcionó para mí.
En el Festival de Berlín, en 2006, cuando presidió el Jurado.
Su relación con la Argentina
-Soy de Argentina y en su libro “Qui je suis” (Quién soy) habla del suicidio de su hermana Sarah cuando ella tenía 23 años y usted 20. Su hermana se había casado con un terrateniente argentino. ¿Mantuvo luego alguna relación con él?
-No. Ahora está muerto.
-Lo lamento. Sé que Sarah está enterrada aquí, en Buenos Aires. ¿Ha estado alguna vez en la Argentina?
-No, pensé que realmente no quería seguir con eso. No. Así que no lo hice, así que no fui, pero podría ir. Es más: querían que viajara. Mucho antes de que distribuyeran La matriarca, hubo otra película a la que iba a acompañar para su difusión en la Argentina.
-¿Cuál era?
–Bajo la arena, de François Ozon. Yo iba a ir, pero no pude. Había otro proyecto que tenía que hacer en ese momento, y luego realmente no tuve ninguna oportunidad de visitar tu país.
Junto a François Ozon, que la dirigió, entre otras, en la película por la que pudo haber venido a la Argentina: «Bajo la arena». Foto AFP -Usted siempre quiso dedicarse a las artes. Dejó las clases de mecanografía para hacer modelaje antes de actuar. ¿Cuándo sintió que la actuación la llamaba?
-No fue una idea mía, estaba eligiendo qué hacer, no elegí actuar. Fui elegida muy joven para un pequeño papel en una película. Y luego vino otro, y más tarde otro y parecía, bueno, parecía que podía hacer esto bien. Y así fue, decidí convertirlo en mi trabajo y empezar a crecer. Y luego nunca paré. No era necesariamente mi deseo de ser actriz, pero como te decía, me di cuenta de que era bueno en esto, y entonces me seguían llamando.
En «La caída de los dioses» (1969), de Luchino Visconti, ya mostraba su belleza.-Fue a trabajar a los Estados Unidos, pero ha dicho que no lo disfrutó, porque sentía que no era su mundo. ¿Cuál es la diferencia entre una actriz europea y una actriz de Hollywood?
-Cuando sos joven extrañás tu mundo. Estados Unidos es un país muy diferente y no me sentía cómoda allí. Por aquel entonces quería trabajar en diferentes países. Soy europea, por lo que trabajo en Francia e Italia, España y Europa del Este. Y nuevamente, he estado en muchos diferentes países. Y me gusta porque me gustan las mezclas de las culturas de aquí. Entonces, ése era mi mundo. Para mí es más cómodo vivir y trabajar en la vieja Europa.
-¿Conoce a algunos de los cineastas argentinos?
-Me gusta el cine argentino, pero no recuerdo sus nombres. No soy muy buena con los nombres, pero tenés buenos directores allá. Si me mencionaras alguno…
-Juan José Campanella, Lucrecia Martel…
-¿Qué han hecho?
Para rodar «La matriarca» regresó a Nueva Zelanda, donde había nacido su primer marido… al que dejó por Jean-Michel Jarre.-“El secreto de sus ojos”, por la que ganó el Oscar, y “La ciénaga”.
-Sí, es muy bueno. Pero entiendo, no creo que tengas mucha financiación en tu país, ni siquiera para hacer películas. ¿Hay gente muy talentosa? ¿Tenés mucha gente única allí, de todos modos? De Lucrecia Martel no he visto ninguna película. ¿Me llamás desde Buenos Aires, no? Bueno, espero que esté bien ahora en Argentina. ¿Es una buena época para vivir en Buenos Aires? Desde un punto de vista general, porque en la Argentina tienen subas y bajas.
Tras hablar de la inflación, Charlotte reflexiona que “Argentina es un buen lugar para quedarse. Si vos sos argentino y te sentís argentino, es lindo poder vivir en tu propio país, eso seguro. Bueno, adiós por ahora. Gracias por llamar”, se despide.