Rosario Central le ganó 1-0 como local a Peñarol en el debut por la Copa Libertadores, pero esta valiosa victoria frente a un grande del continente se vio empañada por los incidentes que marcaron a la tarde-noche en Rosario.
Primero se registraron graves incidentes en la previa del encuentro cuando un grupo de hinchas del Canalla les arrojaron vallas de contención a los fanáticos del club uruguayo, quienes habían sido ubicados en una tribuna inferior y respondieron tirándoles lo que tenían a mano. Tuvieron que intervenir los organismos de seguridad para evitar daños mayores.
El partido se pudo jugar y los dirigidos por Miguel Ángel Russo se llevaron los tres puntos gracias a un gol de Carlos Quintana, la figura de la cancha, a los 46 minutos del primer tiempo. Pero una vez finalizado el juego la violencia se volvió a adueñar de la escena. Y sucedió lo peor. Es que un proyectil hirió a Maximiliano Olivera, lateral izquierdo del Carbonero, en su rostro.
El futbolista quedó sangrando y enloqueció contra los hinchas locales, mientras sus compañeros intentaban contenerlo. «Fuimos a saludar a los hinchas. Después de eso la gente de Central se puso nerviosa y se complicó un poco. A un jugador lo lastimaron», dijo Lucas Hernández, defensor del Manya que ingresó en el complemento.
Luego se desmayó en el vestuario visitante del Gigante de Arroyito y fue trasladado al Sanatorio Mapaci, donde iban a aplicarle unos puntos de sutura en el pómulo. El Canalla se expone a una severa sanción por parte de Conmebol.
Los incidentes de la previa
Faltaba poco más de una hora para el inicio del partido y el escenario no daba garantías. De movida, la parcialidad visitante ubicada en una porción de la tribuna popular baja quedó «regalada» debajo de los hinchas locales.
Tampoco había personal policial y las vallas ubicadas junto a la baranda de la bandeja colmada de hinchas rosarinos completaban el escenario caótico. El disparador de los disturbios habrían sido unas bombas de estruendo arrojadas por los hinchas uruguayos a la bandeja superior.
La reacción nucleó a un grupo de poco menos de 50 personas que resolvió arrojar las vallas, ya que solamente había personal de seguridad privada para custodiar ese espacio. Los empleados no pudieron evitar que cayera una de las cuatro estructuras metálicas.
Si no hubo heridos fue por la intervención de la seguridad privada y porque los hinchas se corrieron del «blanco»: la valla fue frenada por un paraavalanchas y amortiguada por una bandera.
En ese intento por contener las vallas, uno de los custodios estuvo a punto de caer por sostener la estructura tubular de más de dos metros, sin apoyo de los efectivos de la Policía de Santa Fe afectados al operativo.
Varias horas antes del partido -y de los sucesos de violencia-, la Comisión Directiva de Central había emitido un comunicado pidiéndoles a los hinchas que tuvieran conducta ejemplar, para evitar posibles sanciones por parte de la Conmebol.
Precisamente, la Confederación Sudamericana de Fútbol aplica sanciones económicas severas a los clubes cuyos hinchas son protagonistas de acciones de este tipo.