Italia asume hoy la presidencia del G7, cuando las guerras de Gaza y Ucrania y las crisis del Estrecho de Taiwán y en el Mar Rojo, junto a grandes desafíos como el terrorismo, las pandemias o la Inteligencia Artificial (IA), ponen en entredicho el orden internacional establecido tras el final de Guerra Fría.
En este momento crítico de la geopolítica mundial, según los expertos, Japón traspasa el liderazgo de los siete países más ricos del mundo a una Italia que deberá conseguir un complejísimo consenso, ampliado al G20, imprescindible para afrontar las nuevas amenazas.
La tarea parece titánica, sino imposible, para la primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni, que, sin embargo, se ha preparado a conciencia para ofrecer la mejor cara de Italia en el mayor escaparate internacional.
Un momento crucial
El polvorín de Oriente Medio, la guerra de Ucrania, las relaciones con el «Sur global», África y las migraciones y el vinculo entre Inteligencia Artificial (IA) y democracia serán temas de la cumbre de líderes mundiales que se celebrará del 13 al 15 de junio en la región de Apulia (sur), un escenario cuidadosamente elegido.
«Simboliza el abrazo entre Oriente y Occidente y es también la mejor manera de superar la narrativa de Occidente por un lado y el resto del mundo por otro», ha explicado Meloni.
La cumbre llegará después de una serie de acontecimientos que han confirmado en el último año que el mundo ya no es estable: la guerra de Ucrania, la crisis del Estrecho de Taiwán, la guerra de Nagorno-Karabaj y la agresión de Hamás y la respuesta de Israel.
«En los documentos estratégicos de las grandes potencias, de la OTAN, de la UE, se habla de amenazas que ponen en peligro la supervivencia del orden desencadenado al final de la Guerra Fría y la seguridad de los Estados que lo garantizaban», explica a EFE Gabriele Natalizia, profesor de Seguridad y Política Internacional en la Universidad de la Sapienza de Roma.
El peligro proviene de Rusia y China, «las potencias revisionistas», que son sin embargo necesarias para afrontar los retos de «actores no estatales como el terrorismo» y de «fenómenos transnacionales: las pandemias, las migraciones, la IA, el cambio climático».
Las guerras
«Está claro que el tema más divisivo es la política exterior», incide a EFE Alberto Vannucci, profesor de la Universidad de Pisa, que se pregunta por «uno de los grandes enigmas» de los próximos meses: «¿Qué pasará con el apoyo a Kiev?» porque «el cansancio de Occidente» se suma a «la escasez de resultados y al nuevo escenario de Oriente Medio».
Está claro que la decisión de iniciar el proceso de adhesión de Ucrania a la UE es un espaldarazo político a Kiev, pero habrá que ver cómo se refleja en el frente: «Yo no descartaría que para la cumbre junio se empezara a hablar de la posibilidad de una negociación», dice Natalizia.
«La guerra ya ha durado mucho, los costes son elevados», destaca y señala las elecciones presidenciales en EEUU como un elemento decisivo, mientras Vannucci considera que dependerá de la «perseverancia» de Meloni evitar que Ucrania «se quede al margen».
En Oriente Medio, con conflictos desde hace décadas, el G7 y la UE han mostrado mucha más división que con Ucrania, pues «existe un amplio apoyo a un baluarte de la democracia occidental en la región, que es Israel».
Pero tampoco se puede ser «indiferente a los excesos de su reacción con la población civil en una de las áreas más densamente pobladas del planeta y al riesgo de hacerle el juego a los extremistas», dice el experto, que destaca «la tibieza general en la toma de posiciones claras» y ve «muy difícil que Meloni sea capaz de lograr un consenso».
El liderazgo de Meloni
Pero, tras poco más de un año de Gobierno, la primera ministra italiana es una figura política consolidada y no dejará pasar la oportunidad del G7 para mostrar al mundo el «nuevo rostro del liderazgo italiano».
«A pesar de la diferencia de color político, Meloni tiene las mejores relaciones de la última década con EEUU y con Alemania y ha establecido grandes vínculos con la UE contra viento y marea», dice Natalizia, para quien Italia llega a la presidencia del G7 «con las cartas adecuadas para desempeñar ese papel», aunque no olvida el mayor riesgo que afronta éste y cualquier Gobierno italiano: «la inestabilidad interna».
Vannucci explica que si en el plano doméstico «se está distinguiendo por no cumplir las promesas electorales», Meloni también destaca por «su gran habilidad para la comunicación» y «para tomar decisiones difíciles en un tiempo rápido», como cuando «despidió a su novio y padre de su hija en Instagram» después de que se filtrasen unas conversaciones de carácter sexual con una compañera de trabajo.
«Ha demostrado dotes de liderazgo, de ser capaz de gestionar bien la tensión, eso es indiscutible», admite el politólogo, que considera las «muy cuestionables cualidades» de su equipo de gobierno como su «mayor problema».