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Megaincendios climáticos: la amenaza silenciosa que la repoblación rural y el monitoreo constante podrían frenar

El fuego ha dejado en los últimos días más de 320 hectáreas quemadas con un perímetro de 15 kilómetros en Benasau (Alicante) y ha llevado al desalojo de los vecinos del municipio de Penáguila. No es el único punto conflictivo de España en este aspecto: Valdeverdejo (Cuenca) ha visto en las últimas horas cómo más de 2.000 hectáreas han quedado reducidas a cenizas, aunque el viceconsejero de Medio Ambiente de la Junta de Castilla-La Mancha, José Almodóvar, ha confirmado que este incendio «evoluciona favorablemente» y está perimetrado al 90%.

Ante este panorama en el que, como cada verano, las miradas se dirigen hacia los entornos forestales calcinados, conviene recordar que los megaincendios que desde hace algunos años acechan a los países mediterráneos no son los mismos que surgían hace 50 años. Tampoco se parecen -previsiblemente- a los que se darán en un siglo. A los actuales se los conoce como incendios de sexta generación y, aunque no se les haya atribuido «ninguna definición exacta», se caracterizan porque «liberan mucha energía, hasta el punto que son capaces de alterar la atmósfera y, por lo tanto, la meteorología», indica Guillem Canaleta, técnico del Área de Paisajes y Sociedades Resilientes de la Fundación Pau Costa, una entidad global sin ánimo de lucro que pone el foco en la prevención y gestión de incendios forestales.

En los años pasados se vieron varios ejemplos de este tipo de megaincendios. El incendio de Las Hurdes de 2023 calcinó unas 10.863 hectáreas, de las cuales el 71% pertenecían al bosque. El fuego se originó en el término municipal de Pinofranqueado, en la provincia de Cáceres. O el de Sierra Bermeja, en Málaga en 2021, con 9.731 hectáreas afectadas. También la región de Evros, en Grecia, sufrió el mayor incendio en Europa desde que se tienen registros en el verano de 2023. Concluyó con el fallecimiento de al menos 26 personas en los 16 días en los que estuvo activo. Fuera del Mediterráneo, también se han visto fuegos forestales de características similares en Povoa de Lanhloso, Portugal, en 2017, o en puntos de Australia, Chile, Canadá y Estados Unidos.

Un helicóptero ayuda a las tareas de extinción del incendio en Sierra Bermeja, en 2021.

Un helicóptero ayuda a las tareas de extinción del incendio en Sierra Bermeja, en 2021. / Europa Press

Gestión de territorios rurales

Se diferencian de los anteriores que se registraron en que se agravan por dos factores: la cantidad de combustible que hay en el terreno y su escaso nivel de humedad. «A lo largo del tiempo en función del escenario socioeconómico, los incendios pueden ser distintos. Aquí es donde entra el tema del abandono rural y de cómo hemos ido alejándonos de ese territorio, lo que ha implicado que haya más vegetación, más combustible en el monte, porque ya no hay esos aprovechamientos que antes se hacían», explica Guillem Canaleta.

Los incendios de sexta generación aprovechan esas grandes cargas de combustible, «hojas y ramas secas u otros elementos disponibles para arder», apunta Carlos Fernández de la Peña, consejero delegado de Telespazio Ibérica. Ese acopio de materiales inflamables tiene «mucho que ver con el mantenimiento de los montes o de los campos», agrega el director ejecutivo de esta compañía, y sin un mantenimiento adecuado «el combustible se acumula y un incendio tiene más material para arder y extenderse».

Imagen donde se detecta un fuego de forma prematura.

Imagen donde se detecta un fuego de forma prematura. / TELESPAZIO IBÉRICA

«La clave y lo que está en nuestras manos es la gestión del territorio», dice Guillem Canaleta, porque el resto de factores por los que se propagan los incendios, que son la meteorología y el relieve, «no los podemos controlar». Sin embargo, las administraciones y los equipos de emergencia y prevención de fuegos sí que pueden gestionar «más o menos» la vegetación que se extiende por un terreno. «Para que no haya estos grandes incendios de sexta generación lo que necesitamos es gestión del territorio y para eso tiene que haber gente que viva en el sector rural, que tenga rebaños, que tenga agricultura, aprovechamientos forestales para madera… Esto es lo que realmente nos va a permitir en un futuro evitar que haya estos grandes incendios forestales«, concluye.

Prevenir los incendios de sexta generación a través de la repoblación se torna casi ilusorio si se analizan los movimientos demográficos en el Mediterráneo, que en las últimas décadas se han realizado al contrario de como plantea este técnico de la Fundación Pau Costa. Repoblar la España vaciada permitiría, por tanto, paliar dos problamas: el demográfico y el de los megaincendios climáticos.

Monitorear los montes

En un contexto en el que el cambio climático vuelve la atmósfera «más caliente y más energética», dice Guillem Canaleta, «los incendios pueden generar comportamientos más intensos, llamas más altas y velocidades de propagación más elevadas«, recuerda.

Abraham Olivares, director comercial para la Administración Pública de Telespazio Ibérica, una empresa que ha aportado tecnología para trabajos asociados a emergencias dentro de COPERNICUS, un programa de la Unión Europea centrado en el establecimiento de una capacidad europea de observación de la Tierra, incide en que «el cambio climático sin duda está afectando y cada vez tenemos más incendios de sexta generación, donde el avance del incendio no se puede planificar».

A pesar de que «los medios de los que se disponen a día de hoy para estar generando información son limitados y pueden darse incendios en varias ubicaciones dentro del territorio nacional», desde Telespazio apuestan por monitorear y aportar información no instantánea, pero sí «cada hora y media».

Monitorización del incendio de Las Hurdes (Cáceres), en 2023, con tecnología de Telespazio Ibérica para COPERNICUS.

Monitorización del incendio de Las Hurdes (Cáceres), en 2023, con tecnología de Telespazio Ibérica para COPERNICUS. / COPERNICUS

La tecnología está avanzando y actualmente existen plataformas aéreas que pueden monitorear de manera persistente el territorio. Telespazio Ibérica suministra a varias comunidades autónomas, como Cataluña, Aragón y Andalucía, «imágenes rápidas» que puestan una visión satelital, que cuenta con «la realidad de lo que está sucediendo». Estas plataformas son «mucho más versátiles que los satélites que se venían utilizando, que pasan por un sitio una vez cada pocos días, con lo cual no es suficiente», apunta Carlos Fernández de la Peña, consejero delegado de Telespazio Ibérica.

Desde Telespazio Ibérica destacan el programa que ha puesto en marcha el Gobierno de Canarias, en colaboración público-privada con esta empresa y con Pegasus, a través del Parque Tecnológico de Fuerteventura. A pesar de que en este archipiélago no ha habido grandes incendios estos dos últimos años, «es algo que especialmente les preocupa», recuerda Abraham Olivares, por lo que han apostado por una actualización constante con la combinación de imágenes satelitales y drones. Se trata de «una serie de tecnologías que ayudan a la gestión operativa de los incendios, también algo en la parte preventiva, en la estrategia operativa operativa y en la etapa posterior al fuego«, afirma el director comercial para la Administración Pública de Telespazio Ibérica.

De esta manera, los equipos de emergencias cuentan con información casi a tiempo real de dónde está afectando más el fuego, pero también se extrapola a otros accidentes naturales, como sequías, olas de calor extremo o aumento de temperaturas. No obstante, la intervención en un megaincendio climático es «compleja», porque «ya nace como un gran fuego«, zanja Guillem Canaleta.

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