La aproximación de una nueva temporada de dengue ha hecho que mucha gente se vuelque por estos días a los vacunatorios privados para iniciar su esquema de inmunización que consta de dos dosis con un intervalo de tres meses. Es decir que si ahora se aplica el primer pinchazo, el segundo caerá antes de fin de año, para ya tener los anticuerpos necesarios antes de que la curva de la epidemia se acelere.
Basta pasar por algún vacunatorio porteño para apreciar las demoras en el lugar. Hay entre dos y tres horas de espera para, finalmente, lograr que la enfermera aplique la vacuna Qdenga en los brazos de la persona o familia que acude por protección. Efectivamente, los vacunatorios se han visto desbordados al punto de tener que dar explicaciones por las molestias ocasionadas.
La red Vacunar, por ejemplo, ha puesto en su sitio web una especie de disculpa para el público: “Debido al aumento en la demanda de la vacuna contra el dengue, nuestra capacidad operativa se ha visto temporalmente afectada, lo que podría ocasionar demoras durante la visita a nuestra sucursales”. Y agregan: “Presentamos limitaciones temporales en el abastecimiento, por lo que cada sucursal cuenta con una cantidad diaria de estas vacunas”.
Clarín consultó al laboratorio Takeda, fabricantes de la vacuna, para saber cuánto ha aumentado en el sistema privado la demanda en las últimas semanas. Fuentes cercanas al laboratorio dijeron que “por políticas internas el laboratorio no da cifras” y admitieron que “puede haber filas en algunos vacunatorios porque hay alta demanda”. Algo que ocurre pese a los 94.456,76 pesos que cuesta cada dosis, sin restar el eventual descuento de la obra social o prepaga.
Este escenario se da en momentos en que la Ciudad de Buenos Aires se dispone a iniciar su campaña de vacunación pública. Ya definieron que la semana próxima habilitarán los turnos para empezar a vacunar el 30 de septiembre en ocho vacunatorios. En la misma iniciativa avanzan la provincia de Buenos Aires y otros distritos que no son endémicos. En estos lugares la inmunización se da de manera “segmentada y focalizada”. El primer grupo objetivo son los adolescentes de 15 a 19 años.
El mosquito Aedes aegypti, transmisor del virus del dengue. Foto: APLa semana pasada se había informado originalmente que la turnera porteña quedaría habilitada el 18 de septiembre. Sin embargo, este miércoles explicaron que será unos días después. En cuanto al motivo del arranque de las aplicaciones recién a fin de mes, dijeron: “Buscamos asegurar que haya un tiempo adecuado entre la obtención del turno y la fecha de vacunación, garantizando una experiencia más eficiente para todos”.
No hará falta orden médica, sino sólo el DNI que acredite residencia en la Ciudad y el turno web. Los vacunatorios disponibles serán los siguientes: CeSac 11 (Agüero 940), CeSac 1 (Av. Vélez Sarsfield 1271), Hospital Durand (Av. Díaz Vélez 5044), CeSac 3 (Av. Soldado de la Frontera 5144), CeSac 37 (Av. de los Corrales 6999), Corralón Floresta (Av. Gaona 4660) Posta extra hospitalaria), Hospital Pirovano (Av. Monroe 3555) y Centro Islámico (Av. Int.Bullrich 55).
La «paranoia» por el dengue
En diálogo con Clarín, el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, lamentó que se esté generando tanta “paranoia” en torno al dengue. “Nadie que esté bien atendido por el sistema de salud debe morir por dengue, ya sea que se contagie por primera o por segunda vez. Hemos estado revisando una serie de estudios de alta calidad científica, con una búsqueda bibliográfica muy amplia, que indican que el aumento del riesgo en una segunda infección no es relevante para el paciente”.
Quirós incluso fue optimista con aquellos que ya tuvieron dengue (el 70 por ciento no lo sabe porque fue asintomático), dado que al haber estado infectados con uno de los serotipos circulantes tienen menos chances de volverse a contagiar. “En general suele haber dos serotipos y si alguien ya ha tenido una vez dengue las posibilidades de volver a contraer la enfermedad se reducirían a la mitad”, argumentó. Esto es porque la inmunidad contra el serotipo sufrido es de por vida.
En la última epidemia de dengue hubo dos serotipos circulantes, el 1 y el 2, con mayor presencia del segundo (56,3 por ciento), y una incidencia muy marginal del serotipo 3 (0,1 por ciento). La mayor presencia del 2, se cree, ha sido también responsable de que la cantidad de casos graves y muertes haya marcado un récord, debido a que a ese serotipo en particular se lo vincula a una mayor agresividad del virus. De ahí la existencia de cierta discrepancia en cuanto a si es la segunda infección (como sostiene desde hace años gran pate del relato médico) lo que complica los cuadros o el hecho de que la versión dominante del virus sea más dañina.
De esa intensa revisión bibliográfica, en la Ciudad de Buenos Aires llegaron a la conclusión de que tenerle tanto miedo al dengue no tendría fundamento. “Cuando en estos trabajos se observa la tasa de internación, es idéntica entre los que ya habían tenido dengue y los que no. La categoría ‘dengue grave’ sí aumento un 190 por ciento. Pero la discusión es si esa categoría representa la realidad o la verdadera gravedad corresponde a si el médico te interna o no te interna”, explicó Quirós.
Fernán Quirós y Jorge Macri, al frente del operativo porteño contra el dengue.El ministro agregó que, de todas maneras, ese 190 por ciento en términos absolutos es comparar cifras mínimas, como pasar en 2 de cada mil pacientes con dengue grave entre los que lo padecen por primera vez, a 4 de cada mil entre los que lo sufren en una segunda instancia.
Cambio de tendencia política con la vacuna
Las informaciones a veces contradictorias sobre el dengue tal vez sean parte de la explicación de que nunca, como en esta oportunidad, una vacuna ha estado rodeada de tantas preguntas y especulaciones. El fármaco fue aprobado por la ANMAT en 2023 y todavía hoy -mientras una parte de la población no duda en vacunarse- provoca algunas dudas tanto en autoridades como en la población.
Un motivo de esas dudas tiene un origen identificable en lo que las propias autoridades nacionales generaron el verano pasado, cuando los argumentos para postergar la aplicación de la vacuna durante la epidemia récord esmerilaron su reputación. Ningún dato técnico cambió desde entonces, ya que la evidencia sobre su eficacia y seguridad sigue siendo la misma. Sin embargo, ahora tanto desde Nación como desde la mayoría de las provincias en las que hubo casos de dengue se ha decidido que el Estado vacune.
Superado aquel momento de zozobra, las aguas se aquietaron, la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn) dio su recomendación y a partir de ese momento la tendencia en cuanto a la aceptación de la vacuna comenzó a cambiar. Algo que se consolidó cuando el Ministerio de Salud que conduce Mario Russo informó, en mayo, que en la siguiente temporada de dengue el Estado libertario empezaría a vacunar en aquellos lugares en los que hay dengue todo el año, es decir donde es endémico.
Sin embargo, las 160 mil vacunas que compró Nación terminaron siendo apenas un complemento de otras cantidades adquiridas por las provincias, varias de las cuales no alcanzan esa condición endémica. Es decir, lugares en los que la circulación del dengue aumentó, cómo ocurrió en casi todo el país, pero que gozan de paz epidémica durante el invierno, cuando los huevos del mosquito Aedes aegypti quedan en estado de latencia y son una amenaza a futuro.
De manera que las prioridades originales se diversificaron y el mensaje madre volvió a trastocarse: ¿Desde el punto de vista de la salud pública, era necesario vacunar sólo en zonas endémicas o también, al mismo grupo etario, en todos los lugares en los que hubiera habido dengue autóctono? Lo cierto es que la decisión de Jorge Macri, Axel Kicillof y otros gobernadores de facilitar la vacuna a una parte de la población le dio nuevo impulso, crédito y prestigio al fármaco. De ahí que los vacunatorios privados, atados al aspiracional sanitario, hoy no den abasto.
PS